La tercera característica, la mansedumbre, también está en la Escritura como uno de los frutos del Espíritu (ver Gálatas 5:22-23). La mansedumbre no es un atributo que uno mismo genera. Aquellos que han recibido la gracia de Dios y la presencia del Espíritu Santo también son bendecidos con la mansedumbre. Ellos algún día heredarán la Tierra, pues sólo el justo habitará en la nueva Tierra que Dios creará. Los cristianos que son ásperos y violentos deben tener cuidado, ya que no se encuentran entre los bienaventurados.