La sexta cualidad de los herederos del cielo es la pureza de corazón. A diferencia de muchos que dicen ser cristianos, los verdaderos seguidores de Cristo no sólo son santos en apariencia. Por la gracia de Dios, sus corazones han sido hechos puros. Verdaderamente aman a Dios con todo su corazón y esto influencia sus motivaciones y meditaciones. Jesús prometió que ellos verían a Dios.
Podría preguntar de nuevo, ¿podríamos nosotros creer que existen verdaderos cristianos creyentes sin un corazón puro y que por los tanto no verán a Dios? ¿Les diría Dios, “Ustedes pueden entrar al cielo, pero nunca me van a ver”? No. Indiscutiblemente, cada creyente que ha nacido de nuevo en verdad tiene un corazón puro.