¿Pecaron los discípulos de Cristo? Aparentemente lo hicieron algunas veces, pues Jesús les enseñó a pedir perdón por sus pecados.
“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos metas en tentación, sino líbranos del mal. Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén. Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo: 12-15).
Los discípulos de Jesús se dieron cuenta que su desobediencia ofendía a Dios, y cuando ellos pecaban, se sentían avergonzados. Querían que su mancha fuera removida, y gracias a Dios nuestro Padre celestial, lleno de gracia, estaba dispuesto a perdonarles. Pero ellos debían solicitar el perdón, la quinta petición encontrada en la oración del Señor.
Sin embargo, el perdón de sus pecados estaba condicionado a que ellos perdonaran a los otros. Debido a que a ellos se les ha perdonado tanto, ellos tenían la obligación de perdonar a cualquiera que les pedía perdón (y amar y trabajar para la reconciliación con aquellos que no pedían perdón). Si ellos se rehúsan a perdonar, Dios no los perdonará.
Sin duda, la sexta y última petición refleja también que el verdadero discípulo desea ser santo: “no nos metas en tentación, sino líbranos del mal (o del malvado)”. El verdadero discípulo ansía tanto la santidad, que le pide a Dios que no lo meta en una situación donde pueda ser tentado, a menos que pueda resistir. Adicionalmente, el discípulo le solicita a Dios que lo libre de cualquier tipo de mal en que pueda caer. Ciertamente ésta es una gran oración para comenzar cada día antes de iniciar nuestro viaje al mundo lleno de maldad y tentaciones. ¡Y ciertamente nosotros podemos esperar que Dios conteste esta oración, que Él mismo nos pidió que oráramos!
Todos los que conocen a Dios entienden por qué son tan apropiadas estas seis peticiones. La razón de esto está revelada en la línea final de la oración: “Porque (debido a que) tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos” (Mateo 6:13). Dios es un gran Rey que reina sobre Su reino en donde nosotros somos sus siervos. Él es todopoderoso y nadie debería resistirse a su voluntad. Toda la gloria le pertenecerá a Él por siempre. Él es digno de ser obedecido.
¿Cuál es el tema dominante en la oración del Señor? La Santidad. Los discípulos de Jesús desean que el nombre de Dios sea santificado, que su Reino se establezca sobre la tierra y que su voluntad se haga perfectamente en cualquier lugar. Esto es más importante para ellos que su pan diario. Ellos quieren complacer a su Dios, y cuando ellos fallan, ellos quieren el perdón de Dios. Y al haber sido perdonados, extienden su perdón a otros. Anhelan ser perfectamente santos, hasta el grado en que desean evadir la tentación, porque la tentación aumenta las oportunidades de pecado. El ministro formador de discípulos enseña estas cosas a sus discípulos.