” Y ( Juan) decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡generación de víboras!, ¿ Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: ” tenemos a Abraham por padre”, porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras” ( Lucas 3:7-8).
Mientras que el ministerio de Juan empezaba a tocar más gente, obviamente él no comprometía su mensaje. Seguramente Juan estaba sospechando de los verdaderos motivos de la gente cuando se dio cuenta que era muy popular el ser bautizado. Aún los escribas y los fariseos estaban llegando a el Jordán ( ver Mateo 3:7). Él temía que mucha gente sólo estaba siguiendo la multitud. Así que él hizo todo lo que le era posible para que ellos no se condenaran a sí mismos y al final llegarán a sentir una gran decepción. Él no quería que todos pensaran que por sólo el hecho de bautizarse ya eran salvos y que por sólo profesar que se habían arrepentido los salvaría del infierno. Él dijo que el verdadero arrepentimiento trae frutos de obediencia.
Además, debido a que los judíos se consideraban salvos por su linaje físico proveniente de Abraham, Juan habló acerca del engaño de esta esperanza.
La cuarta cualidad de Juan que es digna de alabar es ésta: él amaba tanto a la gente que les decía la verdad. Él nunca le aseguró a una persona sin arrepentimiento o a una persona sin santidad que estaba camino al cielo.