Juan no bautizaba a la gente que no parecía arrepentida, pues no quería que nadie fuera decepcionado al final. Él bautizaba a la gente cuando ellos “confesaban sus pecados” ( Mateo 3:6). Él advertía a los que venían:
” Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego….. Su aventador está en su mano, para limpiar su era. Recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” ( Mateo 3:10-12).
Juan no tenía miedo de decir la verdad acerca del infierno, algo que con frecuencia evitan los predicadores que están tratando de ganar una competencia de popularidad en vez de ganar almas para el Reino de Dios. Aquellos que no llevan buen fruto serán arrojados al infierno.
Si Juan estuviera vivo hoy, él no dudaría que sería castigado por algunos de los cristianos de hoy en día al decirle “Predicador de sólo fuego y azufre”, Un profeta tenebroso que condena”, ” un predicador no sensitivo”, o peor, ” negativo”, ” condenador”, ” legalista”, o ” justiciero”. Pero aún así, Juan era el predicador favorito de Jesús. Su quinta cualidad: Juan predicaba acerca del infierno y hacía claro el tipo de personas que irían a éste. Interesantemente, Lucas se refiere al mensaje de Juan como “el evangelio” ( Lucas 3:18).