Otra mujer a la cual Dios levantó como líder en Israel fue Débora, quien vivió durante los tiempos de los jueces de Israel. Ella también era profeta, y fue una Juez de Israel con la misma igualdad de Gedeón, Jefté y Sansón mientras vivieron. Se nos informa que “los hijos de Israel acudían a ella en busca de justicia” (Jueces 4:5). Así que ella administraba justicia tanto para los hombres como para las mujeres. No puede haber error en lo siguiente: Una mujer le decía a los hombres lo que tenían que hacer, y Dios la ungió para eso.
Como la mayoría de las mujeres a las que Dios llama al liderazgo, Débora aparentemente enfrentó por lo menos a un hombre que tenía la dificultad de recibir la palabra de Dios a través de una mujer. Su nombre era Barac, y debido a que él estaba inseguro acerca de las instrucciones proféticas de Débora para ir a la guerra en contra de un capitán cananeo llamado Sísara, ella le informó que el honor de matar a Sísara sería para una mujer. Ella tenía razón. Una mujer llamada Jael es recordada en la Escritura como la dama que clavó una estaca a Sísara mientras éste descansaba (ver Jueces 4). La historia termina con Barac cantando a dúo con Débora. Muchos de los versos están llenos de alabanzas para Débora y Jael (ver Jueces 5), y fue así, tal vez, como Barac llegó a ser un creyente del ministerio de las mujeres.