Antes de empezar a armonizar las palabras de Jesús sobre el tema de casarse de nuevo con las palabras de Moisés, tenemos que darnos cuenta qua hay otro autor bíblico que está de acuerdo con Moisés y éste es el apóstol Pablo. Pablo claramente escribió que el casarse de nuevo para los que estaban divorciados no era pecado, estando de acuerdo con lo que dice el Antiguo Testamento:
“En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor, pero doy mi parecer como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser digno de confianza. Tengo, pues, esto por bueno a causa de las dificultades del tiempo presente: que hará bien el hombre en quedarse como está. ¿Estás ligado a mujer? No trates de soltarte. ¿Estás libre de mujer? No trates de casarte. Ahora bien, si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los que se casan tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar” (1 Corintios 7:25-28, énfasis agregado).
No hay duda de que Pablo se dirigía a las personas divorciadas en este pasaje. Él le aconsejaba a los casados, a los que nunca se habían casado, y a los divorciados a mantenerse en su estado actual debido a la persecución que los cristianos sufrían en ese tiempo. Sin embargo, Pablo claramente dijo que las personas divorciadas y las vírgenes no pecaban si se casaban.
Note que Pablo no calificó la legitimidad de un nuevo matrimonio para las personas divorciadas. Él no dijo que el casarse de nuevo era sólo permitido si la persona divorciada no tenía culpa de su divorcio anterior. (Y ¿qué persona está calificada para juzgar este tipo de cosas sino Dios?). Él no dijo que el casarse de nuevo era sólo permitido para aquellos que se habían divorciado antes de su salvación. No, él simplemente dijo que el casarse de nuevo no era pecado para las personas divorciadas.