Debido a que la fe se basa únicamente en las promesas de Dios, sólo un recurso existe para nuestra fe bíblica: La Palabra de Dios. Romanos10:17 dice, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17, énfasis agregado). La Palabra de Dios revela su voluntad. Y sólo cuando conocemos la voluntad de Dios, podemos creer en ella.
Así que, si tú quieres tener fe, debes escuchar (o leer) las promesas de Dios. La fe no viene cuando oras por ella, cuando ayunas por ella, o cuando alguien impone manos sobre ti para que la recibas. Sólo viene por escuchar la Palabra de Dios, y una vez que la has escuchado, aún debes tomar la decisión de creer en ella.
Más allá de adquirir la fe, nuestra fe también se puede fortalecer. La Biblia menciona varios niveles de fe, desde poca fe hasta la fe que mueve montañas. La fe crece mientras la alimentamos y la ejercitamos, igual que un músculo humano. Debemos continuar alimentando nuestra fe meditando en la Palabra de Dios. La podemos ejercitar al actuar y reaccionar a todo lo que se basa en la Palabra de Dios. Esto incluye esos momentos cuando tenemos problemas, preocupaciones y dificultades. Dios no quiere que sus hijos se preocupen de nada, sino que confíen en Él en toda situación (ver Mateo 6:25-34; Filipenses 4:6-8; 1 Pedro5:7). El negarse a la preocupación es sólo una forma en que podemos ejercitar nuestra fe.
Si verdaderamente creemos en lo que Dios dice, actuaremos y hablaremos como si esto fuera verdad. Si crees que Jesús es el hijo de Dios, actuarás y hablarás como una persona que cree en esto. Si crees que Dios suplirá todas tus necesidades, hablarás y actuarás como tal. Si crees que Dios te quiere con salud, actuarás y hablarás como tal. La Biblia está llena de ejemplos de personas que, en medio de circunstancias adversas, actuaron por fe y recibieron milagros como resultado. Después consideraremos algunos ejemplos en este capítulo y en otro capítulo acerca de la sanidad divina. (Para otros buenos ejemplos ver 2 Reyes 4:1-7; Marcos 5:25-34; Lucas 19:1-10; y Hechos 14:7-10).