De acuerdo al orden que se encuentra en 1 Corintios 12:28, el oficio del maestro es el tercer llamado más enaltecido. Un maestro es aquel que es ungido sobrenaturalmente para enseñar la Palabra de Dios. Sólo porque algunos enseñan la Biblia no quiere decir que sean maestros del Nuevo Testamento.
Muchos enseñan simplemente porque les gusta o se sienten obligados, pero la persona que está en el oficio de maestro está dotada sobrenaturalmente para enseñar. Con frecuencia recibe revelaciones sobrenaturales de la palabra de Dios y puede explicar la Biblia en una forma que sea entendible y aplicable.
Apolos es un ejemplo en el Nuevo Testamento de uno que tenía este oficio. Pablo comparó su ministerio apostólico con el ministerio de enseñanza de Apolos en 1 Corintios al decir:
“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios….. Yo puse el fundamento y otro edifica encima (1 Corintios 3:6, 10b).
Apolos el maestro no plantó ni puso ningún fundamento. En vez de eso, él regó las nuevas plantas con la Palabra de Dios y construyó las paredes sobre el fundamento existente.
Apolos también se menciona en Hechos 18:27-28:
“Cuando él (Apolos) quiso pasar a Acaya, los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos que lo recibieran. Al llegar allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído, porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo”
Note que Apolos “fue de gran provecho” para la gente que ya era cristiana y que su enseñanza fue descrita como “con gran vehemencia”, es decir poderosa. La enseñanza ungida siempre es poderosa.
Para la iglesia, el ministerio de la enseñanza es aún más importante que el hacer milagros o el don de sanidades. Es por eso que se encuentra antes que estos dones en 1 Corintios 12:28:
“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan” (énfasis agregado).
Desafortunadamente, los creyentes algunas veces son más atraídos a ver sanidades que a escuchar una clara enseñanza de la Palabra, la cual producirá crecimiento espiritual y santidad en sus vidas.
La Biblia habla acerca de la enseñanza y la predicación. La enseñanza es más lógica e instructiva, en tanto que la predicación está más llena de inspiración y de motivación. Los evangelistas generalmente predican. Los maestros y pastores generalmente enseñan. Los apóstoles predican y enseñan. Es lamentable que algunos creyentes no reconozcan el valor de la enseñanza. Algunos piensan que los predicadores están ungidos únicamente cuando hablan fuerte y rápido. Esto no es así.
Jesús es el mejor ejemplo de un maestro ungido. Su enseñanza fue parte predominante de su ministerio y se le conocía como el “maestro” (Mateo 8:19; Marcos 5:35; Juan 11:28).
Para un próximo estudio acerca de los maestros y la enseñanza, ver Hechos 2:42; 5:21, 25, 28, 42; 11:22-26; 13:1; 15:35; 18:11; 20:18-20; 28:30-31; Romanos 12:6-7; 1 Corintios 4:17; Gálatas 6:6; Colosenses 1:28; 1 Timoteo 4:11-16; 5:17; 6:2;
2 Timoteo 1:11; 2:2 y Santiago 3:1. Esta última escritura nos dice que los maestros serán sujetos a un juicio más estricto, y por eso deben ser muy cautelosos cuando enseñen. Ellos sólo deben enseñar la Palabra.