El hecho de que Dios le de al pastor autoridad espiritual y gubernamental en su iglesia, no le da derecho a dominar su rebaño. Él no es el Señor. Jesús lo es. No se trata de su rebaño. Se trata del rebaño de Dios.
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:2-4, énfasis agregado).
Cada pastor tendrá que dar cuentas por su ministerio algún día ante el trono del juicio de Cristo.
Además, en cuanto a las finanzas, un pastor/anciano/superintendente no debe actuar solo. Si se recolecta dinero regular o esporádicamente por cualquier razón, otras personas dentro del cuerpo de la iglesia deben responsabilizarse de la fiscalización del dinero para que así no exista desconfianza en cuanto al manejo de fondos ( ver 2 Corintios 8:18-23). Este puede ser un grupo elegido o creado para este fin.