Pero esto no es todo. Todo creyente debe imponer manos y sanar al enfermo:
“Estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:17-18, énfasis agregado).
Todo creyente debe llevar las cargas de otros creyentes:
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).
Todo creyente debe ejercer los dones que le han sido dados a favor de otros:
“Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12:6-8).
Todo creyente debe negarse a sí mismo, sacrificándose por amor al evangelio:
“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio la salvará” (Marcos 8:34-35, énfasis agregado).
Y todo creyente debe hacer y bautizar discípulos, enseñándoles a obedecer los mandamientos de Cristo:
“De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos” (Mateo 5: 19; énfasis agregado).
“Debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido” (Hebreos 5:12, énfasis agregado).
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20, énfasis agregado). [1]
Todas estas responsabilidades fueron dadas a todos los creyentes, pero la mayoría de las personas que asisten a las iglesias ¡piensan que este es el trabajo del pastor! La razón es probablemente porque los pastores creen también que estas son únicamente sus responsabilidades.
[1] Si los discípulos de Jesús debían enseñar a sus discípulos a obedecer todo lo que Él les había mandado, entonces deberían haberles enseñado a hacer otros discípulos, bautizándolos y enseñándolos a obedecer todo lo que Jesús había ordenado. Así que el hacer, enseñar y bautizar discípulos, tendría que haber sido un mandamiento perpetuo que se cumplía sucesivamente en cada discípulo.