Si todas estas responsabilidades se le han dado a cada creyente, ¿entonces qué es lo que tiene que hacer un pastor? Bastante simple, ellos son llamados a perfeccionar a los santos para que hagan todas esas cosas (ver Efesios 4:11-12). Ellos son llamados a enseñar a todos los santos creyentes a obedecer los mandamientos de Cristo (ver Mateo 28:19-20) por precepto y con su ejemplo (ver 1 Timoteo 3:2; 4:12-13; 5:17; 2 Timoteo 2:2; 3:16-4:4; 1 Pedro 5:1-4).
La Escritura no pudo haberlo expresado más claramente. El rol bíblico del pastor no es el reunir a tanta gente como sea posible los domingos en la mañana en los cultos de la iglesia. Es “presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Colosenses 1:28). Los pastores bíblicos no le hacen cosquillas a los oídos de la gente (ver 2 Timoteo 4:3); ellos enseñan, exhortan, amonestan, corrigen, reprueban, y rechazan, todo basado en la Palabra de Dios (ver 2 Timoteo 3:16-4:4).
Pablo expuso algunos de los requisitos para las personas que anhelaban el oficio de pastor en su primera carta a Timoteo. Catorce de los quince requisitos tienen que ver con su carácter, indicando que el ejemplo de su estilo de vida es lo más importante:
“Palabra fiel:”si alguno anhela obispado, buena obra desea”. Pero es necesario que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; que no sea dado al vino ni amigo de peleas; que no sea codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad ( pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); que no sea un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga un buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1 Timoteo 3:1-7).
Al comparar estos requisitos con aquellos que con frecuencia solicitan las iglesias institucionales cuando buscan pastores, se evidencia el mayor problema de tantas iglesias. Estas iglesias buscan gerentes de empleados/ anfitriones/ con mensajes cortos/ administradores/ sicólogos/ directores de programas y actividades/ recolectores de dinero/ amigos de todos/ caballos de trabajo. Estas iglesias quieren a alguien que “dirija el ministerio de la iglesia”. Sin embargo, el superintendente bíblico, por encima de todo debe ser un hombre de gran carácter y compromiso con Cristo, un verdadero siervo, porque su meta es reproducirse a sí mismo. El debe ser capaz de decirle a su rebaño, “sed imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo” (1 Corintios 11:1).
Para un estudio más profundo concerniente al oficio de pastor, también vea Hechos 20:28-31; 1 Timoteo 5:17-20; y Tito 1:5-9.