El hijo que nunca se disciplina crece egoísta y rebelde a las autoridades. Los hijos deben ser disciplinados cada vez que desobedecen desafiantemente las reglas razonables que han sido establecidas de antemano por sus padres. Los hijos no deben ser castigados por errores comunes de su infancia. Sin embargo, ellos siempre se deben enfrentar a las consecuencias de sus errores e irresponsabilidades, lo cual les ayuda a prepararse para las realidades de la vida adulta.
Los niños pequeños deben ser disciplinados al castigárseles de la forma en que expone la Palabra. Por supuesto que a los recién nacidos y de poca edad no se les debe pegar, lo cual no quiere decir que a estos niños se les deje hacer lo que quieran. De hecho, desde el momento en que nace el niño, debe quedar en claro que el padre y la madre están a cargo y no el bebé. A ellos se les puede instruir desde una edad muy temprana lo que significa la palabra “no” simplemente al impedirles hacer lo que hacen o están a punto de hacer. Una vez que entiendan la palabra “no”, un suave golpe en sus nalgas les hace entender mucho mejor durante esos momentos de desobediencia. Si esto se hace con la frecuencia necesaria, los hijos aprenden a obedecer desde una temprana edad.
Los padres pueden establecer su autoridad al no reforzar una conducta indeseable en sus hijos, como el darles siempre lo que quieren cada vez que lloran. Al hacer esto, estamos instruyendo a nuestros hijos para que lloren cada vez que desean algo. O si los padres atienden a las “necesidades” de sus hijos cada vez que tienen una rabieta, los padres están alentando esa conducta indeseable e inapropiada. Los padres sabios recompensan solamente la conducta apropiada y deseable en sus hijos.
El pegarles como dice la Escritura, no debe herir físicamente a los hijos pero debe generar suficiente dolor al niño desobediente. En esta forma, el hijo aprende a asociar la desobediencia con el dolor. Por esto la Biblia afirma:
“El que no aplica el castigo aborrece a su hijo….la necedad está ligada al corazón del muchacho, pero la vara de la corrección la alejará del muchacho….No rehúses corregir al muchacho, porque si lo castigas con vara, no muere. Castígalo con la vara y librarás su alma del Seol….La vara y la corrección dan sabiduría, pero el muchacho consentido apena a su madre” (Proverbios 13:24; 22:15; 23:13-14; 29:15).
Cuando los padres simplemente siguen las reglas, no tienen que amenazar a sus hijos para que obedezcan. Si un hijo desobedece desafiantemente, se le debe aplicar la vara. Si un padre amenaza con pegarle a su hijo desobediente pero no lo hace, el padre motiva al hijo a continuar en desobediencia. Como resultado, el hijo no aprende la importancia de la obediencia a sus padres hasta que las amenazas verbales de los padres alcanzan cierto volumen.
Luego de que se le ha aplicado el castigo al hijo, el niño debe ser abrazado y lleno del amor de sus padres.