¿No oró Jesús por los soldados que se repartían sus vestiduras, “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23-34)? ¿No indica esto que Dios perdona a los que no pide perdón?
Lo indica, pero sólo hasta cierto grado. Esto indica que Dios muestra misericordia por los ignorantes, una medida de perdón. Debido a que Dios es perfectamente justo, Él no culpa a aquellas personas que no saben que han pecado.
La oración de Jesús por los soldados no garantiza que estén en el cielo, sólo garantiza que no serán juzgados por repartirse las vestiduras del Hijo de Dios pues no sabían quién era Él. Ellos consideraban que Jesús era un criminal más que estaba siendo ejecutado. Así que Dios extendió su misericordia a ellos que ciertamente hubieran merecido ser juzgados si hubieran sabido realmente lo que estaban haciendo.
Pero, ¿oró Jesús a Dios para que perdonara a todos los demás que fueron responsables de alguna manera por sus sufrimientos? No, él no lo hizo. En cuanto a Judas, por ejemplo, Jesús dijo que hubiera sido mejor que no hubiera nacido (ver Mateo 26:24). Jesús ciertamente no oró para que su Padre perdonara a Judas. Al contrario—si consideramos el salmo 69 y el 109 como oraciones proféticas de Jesús, como Pedro las consideró (ver Hechos 1:15-20). Jesús oró para que el juicio cayera sobre Judas, un hombre que no era un trasgresor ignorante.
Como aquellos que luchan por imitar a Jesús, debemos mostrar misericordia por aquellos que ignoran lo que nos han hecho, como es el caso de los no creyentes que se parecen a los soldados que se repartieron las vestiduras de Jesús. Jesús espera que mostremos a los no creyentes una misericordia extraordinaria, amando a nuestros enemigos, haciendo el bien a aquellos que nos odian, bendiciendo a aquellos que nos maldicen y orando por aquellos que nos maltratan (ver Lucas 6:27-28). Debemos derretir su odio con nuestro amor, venciendo el mal con el bien. Este concepto está escrito en la ley de Moisés:
“Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, regresa a llevárselo. Si ves el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿lo dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo” (Éxodo 23:4-5).
“Si el que te aborrece tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed dale de beber agua; pues, haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza y Jehová te recompensará (Proverbios 25: 21-22).
Es interesante que aunque Jesús nos mandó a amar a nuestros enemigos, a hacer el bien a quienes nos odian, a bendecir a los que nos maldicen, y a orar por aquellos que nos maltratan (ver Lucas 6:27-28), Él no nos ordenó perdonarlos. Inclusive podemos amar a las personas sin perdonarlas al igual que Dios ama a las personas sin perdonarlas. No sólo podemos amarlas, sino que debemos amarlas pues esto fue también ordenado por Dios. Y nuestro amor por estas personas debe manifestarse por nuestras acciones.
Únicamente porque Jesús oró al Padre para que perdonara a los soldados que se repartían sus vestiduras, no significa que Dios espera que nosotros ignoremos todo lo que hemos estudiado en la Escritura acerca de perdonar a cualquiera que peca contra nosotros. Esto sólo nos enseña que automáticamente debemos perdonar a aquellos que ignoran el hecho de que han pecado contra nosotros y debemos mostrar una misericordia extraordinaria hacia los no creyentes.