Está claro por un número de escrituras que Dios puede usar a Satanás para su disciplina. Por ejemplo, en la parábola acerca del siervo que no perdonó, que encontramos en Mateo 18, Jesús dice que el Señor del sirviente fue movido a ira cuando supo que su sirviente no había perdonado a su compañero. Consecuentemente, él envió a su siervo a los verdugos hasta que pagara lo que debía (ver Mateo 18:34). Jesús termina esta parábola con sus palabras:
“Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas” (Mateo 18:35).
¿Quienes son los verdugos? Podría ser acertado el pensar que son el Diablo y sus demonios. Dios puede enviar a uno de sus hijos desobedientes a las manos del diablo para llevarlo al arrepentimiento. La calamidad y las dificultades tienen su poder para llevar a la gente al arrepentimiento, como le ocurrió al hijo pródigo (ver Lucas 15:14-19).
En el Antiguo Testamento, encontramos ejemplos de Dios usando a Satanás o a espíritus inmundos para traer disciplina o juicio a las vidas de personas que merecían su ira. Un ejemplo lo encontramos en el capítulo nueve de Jueces, donde leemos que “envió Dios un espíritu de discordia entre Abimelec y los hombres de Siquem” (Jueces 9:23) para así traer juicio por su acciones para con los hijos de Gedeón.
La Biblia también dice que un espíritu inmundo de parte de Dios afectaba al rey Saúl para llevarlo al arrepentimiento (ver 1 Samuel 16:14). Sin embargo, Saúl nunca se arrepintió, y eventualmente muere en una batalla por causa de su rebelión.
En estos dos ejemplos del Antiguo Testamento, la Escritura dice que el espíritu maligno era “enviado por Dios”. Esto no quiere decir que Dios tiene espíritus malignos en el cielo que están esperando para servirle. Al contrario, Dios simplemente le permite a Satanás que trabaje limitadamente contra los pecadores esperando que estos se arrepientan bajo esta aflicción.