El propósito principal del ayuno es ganar los beneficios que sobrevienen al estar un tiempo extra orando y buscando al Señor. Es difícil encontrar una referencia al ayuno en la Biblia que no contenga también una referencia a la oración, lo que nos lleva a creer que no tiene sentido el ayunar sin orar. Dos referencias al ayuno que se encuentran en el libro de los Hechos mencionan la oración. En el primer caso (ver Hechos 13:1-3), los profetas y los maestros de Antioquía estaban simplemente ministrando al Señor y ayunando. Mientras lo hicieron recibieron revelación profética y luego enviaron a Pablo y a Bernabé a su primer viaje misionero. En el segundo caso, Pablo y Bernabé fueron enviados para nombrar ancianos en iglesias nuevas de Galacia, leemos,
“Constituyeron ancianos en cada iglesia y, después de orar y ayunar, los encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hechos 14:23).
Tal vez en este segundo caso, Pablo y Bernabé estaban siguiendo el ejemplo de Cristo, cuando Él oró toda la noche antes de escoger a los doce (ver Lucas 6:12). Las decisiones importantes, como el constituir líderes espirituales, deben ponerse en oración hasta que exista la seguridad de que son dirigidas por el Señor y el ayuno puede ser parte de esta oración para este fin. Si el Nuevo Testamento recomienda la abstinencia temporal de relaciones sexuales entre el matrimonio para aumentar su tiempo de oración (ver 1 Corintios 7:5), de igual forma podemos entender fácilmente cómo el abstenerse de comer puede servir para el mismo fin.[1]
Por esto cuando tenemos que orar a Dios acerca de la dirección para importantes decisiones, el ayuno nos ayuda con este fin. Las oraciones por muchas otras necesidades pueden hacerse en un tiempo relativamente corto. No tenemos que ayunar para orar la oración del Padre Nuestro, por ejemplo. Las oraciones para buscar la guía de algo importante tardan más en ser contestadas debido a la dificultad de “escuchar la voz de Dios en nuestros corazones”, ya que la voz de Dios compite con nuestras motivaciones y deseos equivocados, o con nuestra falta de devoción. Para tener la seguridad de tener la guianza en nuestras vidas se puede requerir de un largo periodo de oración y este es un ejemplo en donde el ayuno nos beneficia.
Por supuesto, el solo hecho de pasar tiempo en oración por un buen propósito se debe siempre considerar como espiritualmente beneficioso. Por esta razón, debemos considerar el ayuno como un medio maravilloso para obtener fortaleza y efectividad espiritual—siempre que el ayuno vaya acompañado de oración. Leímos en el libro de los Hechos que los primeros apóstoles se dedicaban a “la oración y a la ministración de la palabra” (Hechos 6:4). Definitivamente, esto nos indica parte del secreto de su poder espiritual y de su efectividad.
[1] La Versión en inglés King James de 1 Corintios 7:5 recomienda sobre el mutuo consentimiento entre esposos y esposas de abstenerse de relaciones sexuales con el fin de que “ayunen y oren”. La mayoría de las traducciones modernas de este verso sólo mencionan la oración y no el ayuno.