Una vez que una persona que no se arrepiente muere, no tiene más oportunidad para arrepentirse. Su destino ha sido marcado. La Biblia dice, “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).
El infierno es eterno, y aquellos que están destinados a este lugar no tienen escape. Hablando acerca de la futura condenación de los injustos, Jesús dice, “Irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46, énfasis agregado). El castigo de los injustos en el infierno es tan eterno como la vida eterna de los justos. Similar a esto, Pablo escribe:
“Es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, mientras que a vosotros, los que sois atribulados, daros reposo junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Estos sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:6-9, énfasis agregado).
El infierno es un lugar de agonía inexplicable porque será un castigo que nunca terminará. Allí estarán confinados por siempre los injustos con su eterna culpa y sufrirán la ira de Dios en un fuego eterno.
Jesús describió el infierno como las “tinieblas de afuera” y un lugar “donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga” (Mateo 22:13; Marcos 9:44). ¡Cuánto tenemos que advertir a la gente de este lugar y decirles que la salvación sólo se encuentra en Cristo!
Una denominación en particular enseña el concepto del purgatorio, como un lugar donde los creyentes sufrirán por un tiempo un castigo por sus pecados y luego serán dignos de entrar al cielo. Sin embargo, esta idea no se encuentra en ninguna parte de la Biblia.