Si Dios desde antes sabía quiénes creerían en Jesús y quiénes lo negarían, ¿Por qué creó personas que Él sabía que le negarían? ¿Por qué simplemente no creó gente que Él sabía que se arrepentiría y creería en Jesús?
La respuesta a esta pregunta es un poco difícil de entender, pero no imposible.
Primero, debemos comprender que Dios nos creó con libre albedrío. Esto quiere decir que todos nosotros tenemos el privilegio de decidir por nosotros mismos si deseamos o no servir al Señor. Nuestras decisiones de obedecer y desobedecer, arrepentirse o no arrepentirse, no están predeterminadas por Dios. Esas decisiones las tomamos nosotros.
Esto implica que cada uno de nosotros debe ser probado. Por supuesto que Dios ya sabe desde antes lo que vamos a hacer, pero nosotros tuvimos que hacer algo en algún punto de nuestra vida para que Él pudiera saberlo con anticipación.
Por ejemplo, Dios sabe el resultado de cada partido de fútbol antes de que se juegue, pero debe haber juegos planeados con anticipación para que Dios conozca los resultados. Dios no sabe (y no puede saber) los resultados de los juegos que nunca se jugaron, pues no hay resultados que anticipar.
De la misma manera, Dios únicamente puede saber las decisiones de los agentes de libre moral, si estos se dan la oportunidad de tomar decisiones y de ejecutarlas. Ellos deben ser probados. Y por esto es que Dios no creó únicamente gente que se arrepintiera y creyera en Jesús.