Una vez que entendemos el plan eterno de Dios, podemos comprender más profundamente el propósito de la vida presente. Primeramente, esta vida sirve como una prueba para cada persona. La escogencia de cada persona determina si va a disfrutar la bendición y el privilegio de ser uno de los hijos de Dios que vivirá con Él por la eternidad. Aquellos que se humillen a si mismos atraídos por el llamado de Dios, se arrepentirán, creerán, y serán exaltados (ver Lucas 18:14). Esta vida es principalmente una prueba para la vida futura.
Esto también nos ayuda a entender uno de los misterios que rodean la vida presente. Por ejemplo, muchos se han preguntado, “¿Por qué a Satanás y a sus demonios se les permite tentar a la gente?” o, “¿en el momento en que Satanás fue arrojado del cielo, por qué se le permitió tener acceso a la tierra?”
Podemos ver ahora que aún Satanás sirve como parte del divino propósito del plan de Dios. Primeramente, Satanás sirve como una alternativa más para la humanidad. Si la única alternativa fuera el servir a Jesús, entonces todos escogerían servir a Jesús, quisieran o no.
Esto sería semejante a una elección en la que todos deben votar, pero en donde sólo hay un candidato. Ese candidato sería elegido por unanimidad, pero no tendría la seguridad de que es amado o por lo menos estimado por sus votantes. No tienen ninguna otra opción que votar por él. Dios estaría en una situación similar si no tuviera competencia para alcanzar los corazones de la gente.
Considérelo desde este ángulo: ¿qué hubiera pasado si Dios hubiera puesto a Adán y a Eva en el jardín sin ninguna prohibición? Entonces ellos hubieran sido robots por razones de su medio ambiente. No hubieran podido decir, “hemos escogido obedecer a Dios”, porque no hubieran tenido ninguna oportunidad para desobedecer.
Aún más importante, Dios no hubiera podido decir, “yo sé que Adán y Eva me aman”, porque ellos no hubieran tenido oportunidad de obedecer y probar su amor a Dios. Dios debe dar a los agentes de libre moral la oportunidad de desobedecer para determinar si ellos quieren obedecerle. Dios no tienta a nadie (ver Santiago 1:13), pero Dios pone a prueba a todos (ver Salmos 11.5; Proverbios 17:3). Una forma en que Dios prueba a su pueblo es permitiéndoles ser tentados por Satanás, el cual cumple con un propósito divino en el plan de Dios.