Otra falla en la teoría sobre “la ganancia de Satanás” es que hace aparecer a Dios como un tonto, pues pareciera que la caída de Adán lo tomó por sorpresa y se vio de pronto involucrado en un problema. ¿Sabía Dios que Satanás tentaría a Adán y a Eva y que daría como resultado la caída del hombre? Si Dios es omnisciente, y lo es, entonces Él sabía lo que iba a ocurrir. Es por esto que la Biblia nos informa que Dios tenía planes para redimir a la humanidad aun antes de la creación de la humanidad (ver Mateo 25:34; Hechos 2:2-23; 4:27-28; 1 Corintios 2:7-8; Efesios 3:8-11; 2 Timoteo 1:8-10; Apocalipsis 13:8).
Dios creó al diablo sabiendo que éste iba a caer, y creó a Adán y a Eva sabiendo que ellos también caerían. No hay ninguna forma en que Satanás pudiera haber engañado a Dios para ganar algo que Dios no quisiera darle.
¿Estoy diciendo que Dios quiere que Satanás sea “el dios de este mundo”? Sí, por el tiempo en que esto esté dentro de sus propósitos divinos. Si Dios no quisiera que el diablo operara, simplemente lo detendría, como se nos dice en Apocalipsis 20:1-2 que Él lo hará un día. Sin embargo, no estoy diciendo que Dios quiere que cualquiera permanezca bajo el mando de Satanás. Dios quiere que todos sean salvos y que escapen al dominio de Satanás (Hechos 26:18; Colosenses 1:13; 1 Timoteo 2:3-4; 2 Pedro 3:9). Ahora bien, Dios permite que Satanás gobierne sobre todos los que desean estar en tinieblas (ver Juan 3:19), sobre aquellos que continúan en rebelión contra Él.
Pero, ¿no hay nada que podamos hacer para ayudar a esta gente a escapar del reino de las tinieblas de Satanás? Sí, podemos orar por ellos y llamarlos a un arrepentimiento y a creer en el evangelio (como Jesús nos ha ordenado). Si lo hacen, serán liberados de la autoridad de Satanás. Pero pensar que podemos “derribar” los espíritus malvados que atan a las personas, es erróneo. Si esta gente quiere permanecer en la oscuridad, Dios lo permitirá. Jesús dijo a sus discípulos que si la gente en ciertas ciudades no recibía el evangelio, ellos deberían sacudirse el polvo de sus pies e ir a otra ciudad (ver Mateo 10.14). Él no les dijo que se quedaran y que destruyeran las fortalezas sobre esa ciudad y así la gente sería más receptiva. Dios permite que los espíritus malignos opriman a aquellos que se niegan a arrepentirse y a volverse a Dios.