Si Dios está juzgando a la gente a través de hambres, inundaciones, y terremotos, entonces ¿sería erróneo por parte de nosotros como representantes de Dios, el asistir y ayudar a aquellos que sufren el castigo de Dios?
No, absolutamente no. Debemos saber que Dios ama a todos, incluyendo a la gente que juzga. Tan extraño como parezca, su juicio a través de desastres naturales es de hecho una indicación de su amor. ¿Cómo puede ser esto? Por medio de las dificultades que los desastres naturales causan, Dios le advierte a la gente que ama que Él es santo y juez justo, y que hay consecuencia por el pecado. Dios permite el sufrimiento temporalmente para ayudar a la gente a despertar y ver la necesidad de un salvador, para que puedan escapar del lago de fuego. ¡Esto es amor!
En tanto la gente aún respire, Dios mostrará su amor y su gracia inmerecida y habrá tiempo para arrepentirse. Por medio de nuestra compasión y ayuda, podemos demostrar el amor de Dios por la gente que está experimentando la ira de Dios temporalmente y decirles que pueden escapar de su ira eterna. Los desastres naturales son una oportunidad para alcanzar al mundo por el cual Jesús murió.
¿Acaso no es el alcanzar a la gente con el evangelio lo más importante en esta vida? Cuando tenemos una perspectiva eterna, el sufrimiento de aquellos en medio de los desastres naturales, no se compara con lo que sufrirán aquellos que serán arrojados al lago de fuego.
Es un hecho que la gente está más abierta al evangelio cuando está sufriendo. Hay numerosos ejemplos bíblicos acerca de este fenómeno, desde el arrepentimiento de Israel durante la opresión de las naciones vecinas, hasta la historia de Jesús sobre el hijo pródigo. Los cristianos debemos ver los desastres naturales como un tiempo en que la cosecha está lista.