Cuando leemos sobre el encuentro de Jesús con Satanás al tentarle éste en el desierto, vemos rápidamente que Satanás no había cambiado sus métodos en miles de años. Su táctica de ataque era desmentir lo que Dios había dicho, pues sabía que la única forma de derrotar a su enemigo era lograr que no creyera más en la verdad y desobedeciera. La Palabra de Dios está de nuevo en el centro de la batalla. Satanás atacó con sus mentiras y Jesús se defendió con la verdad. Jesús creyó y obedeció lo que Dios dijo. Esta es guerra espiritual bíblica.
Jesús se enfrentó con la misma situación que enfrentaron Adán y Eva y el resto de todos nosotros. Él tenía que decidir si escuchaba a Satanás o a Dios. Jesús peleó su batalla espiritual con “la espada del Espíritu”, la Palabra de Dios. Veamos lo que podemos aprender de esta guerra espiritual con Satanás.
Recordando la segunda tentación de Jesús, Mateo nos dice:
“Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del templo y le dijo: Si eres hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4:5-7).
Aquí, el problema principal es de nuevo lo que Dios ha dicho. Satanás citó el Salmo noventa y uno, pero lo distorsionó con la intención de que sonara como algo que no era la intención de Dios.
Jesús respondió al citar una escritura que trajo un entendimiento balanceado a la promesa de protección de Dios en el salmo noventa y uno. Dios nos va a proteger, pero no si actuamos tontamente, “poniendo a Dios a prueba”, como lo indica una nota en el margen de mi Biblia.
Por esto es tan importante que no tomemos versos fuera de su contexto del resto de la Biblia. Toda escritura debe estar balanceada con lo que el resto de la Escritura dice.
Torcer la Escritura es una de las tácticas más comunes de Satanás en la guerra espiritual, y tristemente, ha sido muy exitoso usando esa táctica en contra de muchos cristianos que se encuentran en los movimientos modernos de guerra espiritual. Un ejemplo clásico de tal distorsión de la Biblia es el uso de la frase “derribando fortalezas” para apoyar la idea sobre derribar espíritus malvados de la atmósfera. Como lo dije antes, esta frase en particular, cuando la leemos en el contexto, no se aplica en nada al tema de derribar espíritus malvados de la atmósfera. Ahora el diablo desearía que pensáramos así, para que continuemos desperdiciando nuestro tiempo gritándole a los principados y a las potestades en el cielo.
En la tercera tentación de Jesús en Mateo, leemos:
“Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: todo esto te daré, si postrado me adoras. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él servirás” (Mateo 4:8-10).
Esta era una tentación por el poder. Si Jesús hubiera adorado a Satanás, y si Satanás le hubiera cumplido su promesa, entonces ahora Jesús tendría el segundo puesto sobre el reino de las tinieblas. Él hubiera reinado sobre los humanos que no son salvos y sobre los espíritus malvados, teniendo autoridad mundial como Satanás la tenía previamente. Sólo podemos especular en nuestras pesadillas lo que hubiera pasado si Jesús hubiera cedido a la tentación.
Note de nuevo que Jesús se enfrentó a la sugerencia de Satanás con la Palabra de Dios. Durante cada una de las tres tentaciones, Jesús venció diciendo, “escrito está”. Nosotros también, debemos conocer la Palabra de Dios y creerla si queremos evitar ser engañados y caer en las trampas de Satanás. De esto se trata la guerra espiritual.