El apóstol Pedro entendía la verdadera guerra espiritual bíblica. Nunca en sus epístolas instruyó a los cristianos para que derribaran principados y potestades sobre ciudades. Sin embargo, les instruyó a resistir a Satanás y a sus ataques en contra de sus vidas personales, y les dijo exactamente cómo debían resistir:
“Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. Resistidlo firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:8-9).
Note primeramente que Pedro indicó nuestra posición defensiva, y no ofensiva. Satanás es el que anda acechando, no nosotros. Él nos está buscando, no nosotros a él. Nuestro trabajo no es atacar sino resistir.
Segundo, note que Satanás, como un león, busca a quién devorar. ¿Cómo puede devorar a los cristianos? ¿Quería Pedro decir que Satanás podía literalmente comer su carne como un león lo hace? Obviamente no. La única forma en que Satanás puede devorar a los cristianos es engañándolos y haciéndolos creer en una mentira que destruirá su fe.
Tercero, note que Pedro nos dice que resistamos al diablo por medio de la fe. Nuestra pelea no es una batalla física, y no podemos ganarle a Satanás lanzando nuestro puño al aire. Él nos ataca con mentiras, y resistimos esas mentiras al mantenernos firmes en la fe en la Palabra de Dios. De nuevo, esto es guerra espiritual.
Los cristianos a quien Pedro les escribía sufrían una persecución severa, y por esto se veían tentados a renunciar a su fe en Cristo. Frecuentemente cuando estamos en medio de una adversidad, Satanás nos ataca con más fuerza, con dudas y mentiras. En este momento, debes mantenerte firme en la fe. Este es “el día malo” del que Pablo escribió cuando es necesario vestirse “de toda la armadura de Dios, para que puedan estar firmes contra las acechanzas del diablo” (Efesios 6:11, énfasis agregado).