Un Evangelio Falso Derivado de la Escritura

(A False Gospel Derived from Scripture)

Muchas veces el evangelio mismo está mal representado por algunos predicadores y maestros que fallan al no considerar el contexto, malinterpretando así la Escritura. Por esta razón, abunda la enseñanza falsa acerca de la gracia de Dios.

Por ejemplo, la declaración de Pablo acerca de que la salvación era producto de la gracia y no de las obras que se encuentra en Efesios 2:8, ha sido utilizada para promover un falso evangelio, todo debido a que el contexto ha sido ignorado. Pablo escribió:

“porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por abras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

Muchos predicadores se centran solamente en la declaración de Pablo que dice “por gracia sois salvos”, un don, y no un resultado de las obras. Desde este punto, contrario al testimonio de cientos de escrituras, deducen que no existe ninguna conexión entre la salvación y la santidad. Algunos otros van aún más lejos diciendo que el arrepentimiento ya no es necesario para que la salvación ocurra. Éste es un clásico ejemplo de cómo la Escritura puede ser mal interpretada debido a que el contexto es ignorado.

Primero, consideremos el pasaje en sí para ver que es lo que quiere decir en su totalidad. Pablo no dice que nosotros somos salvos por gracia, sino que hemos sido salvos por gracia por medio de la fe. La fe tiene la misma importancia para la salvación que la gracia. La Escritura declara que la fe sin obras está muerta, es inútil, y no puede salvar (ver Santiago 2:14-26). Por esto Pablo no está enseñando que la santidad no es necesaria para la salvación. Él está diciendo que nuestro propio esfuerzo no es lo que nos salva; la base de nuestra salvación es la gracia de Dios. Nosotros no podríamos ser salvos sin la gracia de Dios, sino que somos salvos cuando respondemos a la gracia de Dios con la fe de que la salvación realmente ocurrirá en nuestras vidas. El resultado de la salvación siempre es la obediencia, el fruto de una fe genuina. Observando el contexto no más allá del verso siguiente, se ve el apoyo a esta verdad. Pablo dice:

“pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:10).

La verdadera razón por la que hemos sido regenerados por el Espíritu Santo, y por la que ahora somos nuevas criaturas en Cristo, es para que podamos caminar en las buenas obras de la obediencia. Por esto, la ecuación de la salvación presentada por Pablo luce así:

Gracia + fe = salvación + obediencia

Esto es, la gracia más la fe es igual a (o da como resultado) la salvación más la obediencia. Cuando se responde a la gracia de Dios con fe, el resultado será siempre la salvación y las buenas obras.

Ahora, aquellos que han mal interpretado las palabras de Pablo por no tomar en cuenta su contexto, han fabricado una fórmula como ésta:

Gracia + fe – obediencia = salvación

Esto es, la gracia más la fe sin (o menos) la obediencia es igual a (o da como resultado) la salvación. Esto es una herejía de acuerdo a lo que la Biblia dice.

Si leemos tan sólo un poco más del contexto de las palabras de Pablo, pronto descubriremos también, que la situación en Éfeso era la misma que en todos los lugares donde Pablo había predicado. O sea, que los judíos enseñaban a los nuevos gentiles convertidos de Pablo que debían ser circuncidados y mantener algunos aspectos ceremoniales de la ley mosaica, si querían ser verdaderamente salvos. Fue el contexto de la circuncisión y de las obras ceremoniales lo que Pablo tenía en mente cuando escribió acerca de las “obras” que no nos salvan (ver Efesios 2:11-22).

Si leemos un poco más adelante, tomando más del contexto de toda la carta de Pablo a los Efesios, veremos muy claramente que Pablo creía que la santidad era esencial para la salvación:

“pero la inmoralidad y toda impureza o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos. Tampoco digáis palabras deshonestas, ni necedades, ni groserías que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Sabéis esto, que ningún inmoral o inmundo, que es idólatra, tiene herencia en el Reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.” (Efesios 5:3-6, énfasis agregado).

Si Pablo hubiera creído que esencialmente la gracia de Dios salvaba a alguien sin arrepentimiento, inmoral, impuro e idólatra, él nunca hubiera escrito estas palabras. La intención y el significado de las palabras escritas por Pablo en Efesios 2:8-9 sólo se puede entender correctamente dentro del contexto de toda la carta a los Efesios.