La Consistencia de la Escritura

(Scripture's Consistency)

Debido a que la Biblia es inspirada por sólo una Persona, su mensaje es consistente de principio a fin. Es por esto que podemos confiar en el contexto para ayudarnos a interpretar el verdadero significado dado por Dios en cualquiera de sus pasajes. Dios no diría algo en un verso, para después contradecirse en otro verso, y si así pareciera, necesitamos seguir estudiando hasta que nuestra interpretación de ambos versos armonice. Por ejemplo, en muchos lugares del Sermón del Monte de Jesús, al principio pareciera que Él estaba contradiciendo y aún corrigiendo una ley moral del Antiguo Testamento:

“habéis oído que fue dicho a los antiguos: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistías al malo. Más bien, a cualquiera que te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5: 38-39).

Jesús citó directamente una ley mosaica y después hizo una declaración que parecía contradecir esta misma ley. ¿Cómo interpretaríamos lo que Él dijo? ¿Ha cambiado Dios su forma de pensar en un asunto básico de moral? ¿Estaba Él aceptando la venganza como conducta aceptable a la luz del Antiguo Pacto, pero no en el Nuevo? El contexto es lo que nos va a ayudar.

Jesús estaba hablando primeramente a sus discípulos (ver Mateo 5:1-2), gente que solamente había sido expuesta a la Palabra de Dios por los escribas y fariseos que enseñaban en sus sinagogas. Allí ellos habían escuchado la frase, “ojo por ojo, y diente por diente”, un mandamiento el cual los escribas y fariseos habían mal interpretado por ignorar su contexto. No era la intención de Dios con este mandamiento decir que era un requisito para su gente el tomar venganza personal todo el tiempo por las cosas erróneas que les hacían. De hecho, Él dijo en la ley mosaica que la venganza era suya (ver Deuteronomio 32:35), y que su gente debería de hacer el bien a sus enemigos (ver Éxodo 23:4-5), pero los escribas y los fariseos ignoraron estos mandamientos e inventaron su propia interpretación acerca de la ley de “ojo por ojo”, lo que les daba el derecho conveniente para la venganza personal.[1] Ellos ignoraron el contexto.

El mandamiento de Dios acerca de “ojo por ojo y diente por diente” se encuentra dentro del contexto de sus mandamientos que señalaron los actos de justicia cumplida en las cortes de Israel (Ver Éxodo 21:22- 24; Deuteronomio 19: 15-21). El proveer para la existencia de un sistema legal es en sí mismo una revelación de la desaprobación de Dios acerca de la venganza personal. Los jueces imparciales que examinan la evidencia son mucho más capaces de administrar la justicia que los individuos ofendidos y parcializados. Dios espera que las cortes y los jueces apliquen justamente los castigos según el tipo de crimen. O sea, la ley, “ojo por ojo y diente por diente”.

Esta explicación nos permite encontrar armonía en lo que al principio parecía contradictorio. Jesús estaba simplemente ayudando a su audiencia; gente que había sido enseñada bajo una falsa doctrina toda su vida, a entender la verdad de Dios sobre la idea de la venganza personal, algo que ya se había aclarado en la ley de Moisés, pero que fue mal interpretada por los fariseos. Jesús no estaba contradiciendo la ley que le había dado a Moisés. Él sólo estaba revelando su significado y la intención original.

Esto también nos ayuda a entender correctamente lo que Jesús espera de nosotros cuando nos vemos involucrados en grandes disputas, la clase de disputas que nos pueden llevar a la corte. Dios no esperaba que los israelitas pasaran por alto cualquier ofensa sufrida de parte de otros israelitas, de otra forma, Él no hubiera establecido la corte como sistema. Asimismo, Dios no espera que los cristianos pasen por alto las ofensas de otros cristianos (o no cristianos). El Nuevo Testamento señala que para la reconciliación de disputas entre cristianos se debe usar la ayuda e intervención de otros creyentes (ver 1 Corintios 6:1-6). Y no hay nada de malo cuando un cristiano lleva a un no creyente a la corte secular en lo referente a las disputas de mayor grado. Una disputa u ofensa mayor sería algo como que alguien te dejara con el ¡ojo morado y los dientes quebrados! Las ofensas menores son la clase de cosas de las que Jesús habló, como el ser abofeteado en la mejilla, o ser demandado por algo pequeño (como tu camisa), o ser forzado a seguir una milla más. Dios quiere que su gente le imite y así muestre una extraordinaria gracia a los pecadores irreflexivos y a la gente malvada.

En esta misma línea, han existido algunos creyentes con buenas intenciones que piensan que están obedeciendo a Jesús al resistirse a imponer cargos legales en contra de aquellos ladrones que les han robado algo. Pensaron que estaban “poniendo la otra mejilla”, cuando en realidad les estaban permitiendo a estos ladrones la oportunidad de robar otra vez, enseñándoles que no hay consecuencias por su crimen. Este tipo de cristianos no está caminando en amor hacia otros, a quienes ¡los mismos ladrones les pueden robar! Dios quiere que a los ladrones se les haga justicia y que se arrepientan. Pero cuando alguien te ofende en un modo menor, como abofeteando tu mejilla, no lo lleves a la corte ni lo abofetees. Muéstrale amor y misericordia.


[1] También se debería notar que Jesús había dicho antes en su sermón que a menos que la justicia de su audiencia sobrepasara la de los escribas y los fariseos, ellos no entrarían al cielo (ver Mateo 5:20). Jesús después continuó revelando un número de enseñanzas específicas en las que los fariseos y escribas estaban fallando.