Interpretando el Antiguo a la Luz del Nuevo

(Interpreting the Old in Light of the New)

No solamente deberíamos interpretar el Nuevo Testamento a la luz del Antiguo Testamento, también debemos de interpretar el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento. Por ejemplo, algunos cristianos sinceros han leído la dieta alimenticia de la ley de Moisés y han concluido que los cristianos deben seguir su dieta de acuerdo a estas leyes. Sin embargo, si ellos leyeran solamente dos pasajes del Nuevo Testamento, ellos descubrirían que la dieta de la ley de Moisés no se puede aplicar a los que estamos bajo el Nuevo Pacto:

“Y (Jesús) les dijo: ¿Así que también vosotros carecéis de entendimiento? ¿No comprendéis que nada de lo que entra en el hombre desde fuera le puede contaminar? Porque no entra en su corazón, sino en su estómago, y sale a la letrina” (Por esto Él declara que todas las comidas son aceptables) (Marcos 7:18-19).

“Pero el espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañosos y a doctrinas de demonios. Con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia. Prohibirán casarse y mandarán abstenerse de los alimentos que Dios creó para que, con acción de gracias, participasen de ellos los que creen y han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios ha creado es bueno, y no hay que rechazar nada cuando es recibido con acción de gracias; pues es santificado por medio de la palabra de Dios y de la oración” (1 Timoteo 4:1-5).

Bajo el Nuevo Pacto, no estamos sujetos a la ley de Moisés sino a la ley de Cristo (ver 1 Corintios 9:20-21). Aunque Jesús ciertamente transfirió los aspectos morales de la ley mosaica (por esto son incorporados en la ley de Cristo), ni Él ni sus apóstoles enseñaron que los cristianos están obligados a mantener las dietas alimenticias de la ley de Moisés.

Sin embargo, está claro que los primeros cristianos, todos judíos convertidos, continuaban manteniendo el viejo pacto y las leyes de su dieta debido a sus convicciones culturales (ver Hechos 10:9-14). Y conforme los gentiles empezaron a creer en Jesús, los primeros judíos cristianos les dijeron que tenían que seguir las leyes mosaicas en cuanto a su alimentación, debido a que podían ofender a otros judíos vecinos (Ver Hechos 15:1-21). Por esto, no hay nada de malo en que los cristianos mantengan las dietas de la ley de Moisés, en tanto no pongan la confianza de su salvación en esas leyes.

Algunos de los primeros cristianos fueron también persuadidos de que era malo el comer cosas que habían sido sacrificadas a los ídolos. Pablo instruyó a los creyentes que pensaban diferente (el cual era su caso), a caminar en amor hacia los hermanos de una “débil fe” (ver Romanos 14:1), a que no hicieran nada que pudiera violar sus conciencias. Si una persona se abstiene de comer alguna cosa debido a su convicción ante Dios (aun si estas convicciones no tienen base), esta persona debe ser alabada por su devoción, y no condenada por su mala interpretación. De la misma manera, aquellos que se abstienen de ciertas comidas debido a su convicción personal, no tienen por qué juzgar a los que no se abstienen. Ambos tipos de creyentes deben caminar en amor unos con otros, pues esto es lo que Dios ha ordenado (ver Romanos 14:1-23).

En cualquier caso, debido a que la Biblia es una revelación progresiva, siempre debemos interpretar las revelaciones antiguas (el Antiguo Testamento) a través de la luz de las nuevas revelaciones (el Nuevo Testamento). Ninguna de las revelaciones que Dios nos ha dado es contradictoria; siempre es complementaria.