Principio #2

(Principle #2)

¿De qué otra manera nos pueden ayudar los principios bíblicos escritos en esta primera parte del capítulo a entender nuestro papel en la evangelización y en la edificación del reino de Dios?

Si Dios ha designado que la creación, la conciencia y la calamidad son medios para llamar a toda la humanidad al arrepentimiento, entonces aquellos que predican el evangelio deben asegurarse de que no están dando un mensaje contradictorio. Ahora, muchos lo están haciendo. Sus prédicas directamente contradicen todo lo que Dios ya está tratando de decir a los pecadores. Su mensaje de la gracia no es bíblico y promueve la idea de que la santidad y la obediencia no son tan importantes para obtener la vida eterna. Al no mencionar la necesidad de arrepentimiento para la salvación, al enfatizar que la salvación no es por obras (en una forma que no fue la intención de Pablo), están trabajando en contra de Dios, llevando a los hombres a un engaño mayor que con frecuencia les da la condenación eterna, porque ahora piensan que son salvos cuando en verdad no lo son. ¡Qué tragedia cuando los mensajeros de Dios trabajan en contra de Aquel a quien representan!

Jesús nos mandó a predicar el “arrepentimiento para el perdón de pecados” (Lucas 24:47). Ese mensaje reafirma lo que Dios ha estado diciendo a los pecadores toda su vida. La predicación del evangelio toca el corazón de la gente y ofende a los corazones duros. El evangelio moderno y suave le informa a la gente cuánto Dios les ama (algo que ningún apóstol mencionó cuando predicaban el evangelio en el libro de los Hechos) llevándoles a pensar que Dios no se enoja ni se ofende por sus pecados. Tan sólo se les dice que necesitan aceptar a Jesús. Pero el Rey de reyes y el Señor de Señores no necesita que le aceptemos. La pregunta no es, ¿Aceptas a Jesús?, la pregunta es, ¿Te acepta Jesús? La respuesta, es que a menos que te arrepientas y le sigas, eres aborrecido por Él, y solo su misericordia te puede salvar de una eternidad en el infierno.

A la luz del evangelio moderno que sólo habla de la gracia de Dios, sólo me puedo preguntar el porqué tantas naciones, gobernadas por líderes a los que Dios les ha dado la autoridad (y esto no se puede debatir, ver Daniel 4:17, 25, 32; 5:21; Juan 19:11; Hechos 12:23; Romanos 13:1) le han cerrado las puertas a los misioneros occidentales. ¿Podría ser porque Dios quiere mantener el falso evangelio lejos de esos países?